Acaba de terminar 'El día después', es hora de cenar pero no tengo hambre. Aún así lo hago porque si ceno tarde luego no me baja bien la comida y duermo mal y ya con los nervios de empezar mañana el instituto pues ni te cuento. El tercer año ya, han pasado volando, aunque también ayudados por empezar el primer año en noviembre...
Preparo la mochila con impaciencia, los libros y libretas, los bolis y lápices, todo entra en esta pedazo mochila que me regalaron ayer. Antes de intentar dormir leo un poco para despejar la cabeza. Un poco de Astérix, aunque sea por quincuagésima vez, viene bien. Mi hermana aparece para darme las buenas noches a su manera: entra en mi habitación dando voces y queriendo darme en la cabeza... la echo como puedo pese a que se agarra a las sábanas de la cama.
Siempre he dicho que despertar un primer día de algo es lo más fácil. Te despiertas con los ojos como platos (otra cosa es al día siguiente y al siguiente...). El desayuno es fuerte, un buen vaso de zumo de naranja y un cola cao con galletas y cereales, es comprensible, tiene que durarme más de seis horas. Me lavo, me visto, subo la mochila en la carretilla y bajo las escaleras tan rápido como puedo para llegar al autobus.
Ya hay gente en la parada pero no hay tiempo de hablar mucho porque enseguida llega un tal Zampabollos para llevarnos al instituto. Tiene puesta la radio pero alguien le da una cinta y tenemos que tragarnos los diez minutos de viaje a los Backstreet Boys... por qué no me habría traído los cascos?.
Tras dos paradas y cuatro avisos de apearnos a todos del conductor llegamos al aparcamiento, bajamos cual rebaño de ovejas y nos dirigimos hacia la puerta, cerrada. Vemos a un conserje pero con la cabeza nos dice que no, que hasta y cuarto no se puede entrar.
Al fin se abren las puertas y como una avalancha nos vamos desperdigando por las aulas. Está bien la clase, al lado del patio y cerca de la puerta principal y la cafetería. Llego pronto así que el aula está casi vacía, me siento en un lateral y espero a ver gente conocida. La clase se sigue llenando y me parece que no hay nadie conocido. Llega la tutora, es joven, no creo que haya sobrepasado la treintena. Aún quedan asientos libres, así que falta por llegar gente todavía. Pasan los minutos y la profesora empieza a pasar lista. Hecho un vistazo general a la clase y te veo en el otro lateral, va a ser un gran año...
Preparo la mochila con impaciencia, los libros y libretas, los bolis y lápices, todo entra en esta pedazo mochila que me regalaron ayer. Antes de intentar dormir leo un poco para despejar la cabeza. Un poco de Astérix, aunque sea por quincuagésima vez, viene bien. Mi hermana aparece para darme las buenas noches a su manera: entra en mi habitación dando voces y queriendo darme en la cabeza... la echo como puedo pese a que se agarra a las sábanas de la cama.
Siempre he dicho que despertar un primer día de algo es lo más fácil. Te despiertas con los ojos como platos (otra cosa es al día siguiente y al siguiente...). El desayuno es fuerte, un buen vaso de zumo de naranja y un cola cao con galletas y cereales, es comprensible, tiene que durarme más de seis horas. Me lavo, me visto, subo la mochila en la carretilla y bajo las escaleras tan rápido como puedo para llegar al autobus.
Ya hay gente en la parada pero no hay tiempo de hablar mucho porque enseguida llega un tal Zampabollos para llevarnos al instituto. Tiene puesta la radio pero alguien le da una cinta y tenemos que tragarnos los diez minutos de viaje a los Backstreet Boys... por qué no me habría traído los cascos?.
Tras dos paradas y cuatro avisos de apearnos a todos del conductor llegamos al aparcamiento, bajamos cual rebaño de ovejas y nos dirigimos hacia la puerta, cerrada. Vemos a un conserje pero con la cabeza nos dice que no, que hasta y cuarto no se puede entrar.
Al fin se abren las puertas y como una avalancha nos vamos desperdigando por las aulas. Está bien la clase, al lado del patio y cerca de la puerta principal y la cafetería. Llego pronto así que el aula está casi vacía, me siento en un lateral y espero a ver gente conocida. La clase se sigue llenando y me parece que no hay nadie conocido. Llega la tutora, es joven, no creo que haya sobrepasado la treintena. Aún quedan asientos libres, así que falta por llegar gente todavía. Pasan los minutos y la profesora empieza a pasar lista. Hecho un vistazo general a la clase y te veo en el otro lateral, va a ser un gran año...