Este sábado 4 de agosto estuve en el concierto que dieron Motörhead en Gijón, así que trataré de explicaros mis impresiones lo mejor que pueda.
Llegamos pronto al palacio de los deportes de la Guía, de sobra para sentarnos en las gradas en buenos sitios y disfrutar tranquilamente de los tres teloneros -asturianos- de lujo que nos deleitarían antes de la gran actuación de la noche.
Los primeros, Darksun, no estuvieron mal pese a que su power metal no pegaba del todo con el hard rock n roll que nos esperaba más adelante. En cuanto al sonido ya se intuía que iba a estar complicado conseguir una sonorización medianamente buena debido a las condiciones del recinto.A continuación se subieron The Punishers, que fueron los que más me gustaron. Buena presencia, buenos riffs y un vocalista sobrado de posturitas a lo Halford bastante vistoso.
Por último tocaron los supuestamente más parecidos a Motörhead. Yo la verdad es que solo ví el parecido en el número de componentes que forman el grupo y en que el bajista es el cantante. El sonido me pareció mucho más grueso y menos chirriante que los ingleses, además bastante más lentos, aunque quizá fuera porque el batería no daría para más ya que también tocó anteriormente con los Punishers... vaya sobrado.
Con -casi- puntualidad inglesa se apagaron las luces del palacio para que apareciera el trío tan esperado. Las únicas palabras que salieron de Lemmy como saludo fueron las de siempre: "Buenas noches (esto varía según el país)", "Ready?", "We are Motörhead", "We play rock n roll".
A partir de ese momento fue cuando creí perder el sentido del oído. Aunque la batería se distinguía bien, el sonido de guitarra y bajo era como una bola que te destrozaba el tímpano. Aún así... moló la ostia!!! Cuando, a mitad de concierto, mi oído se fue acostumbrando al volumen reconocí algunos de sus temas más conocidos (ya que no soy ningún incondicional). Me quedo con 'In the name of tragedy', 'I got mine', 'Iron fist' y por supuesto los bises con 'Ace of spades' y 'Overkill'. En esta última parte también tocaron un tema en acústico que sonó perfecto. A destacar el solo de batería que se marcó el amigo Mikkey Dee (según Lemmy: "The best drummer in the world").
Para acabar, y como si nuestros oídos no hubieran sufrido suficiente, el trío remachacó 'Overkill' dejando Lemmy el volumen de su ampli a tope y emitiendo un ruido insoportable mientras se despedían. Abandonaron el escenario, pero el ruido que había dejado Lemmy aún duraba, y duraba, y duraba, y la gente seguía pendiente del escenario por si volvían. Al final el ruido se disolvió y se dio por terminado el concierto. Ese pitido que sentimos al salir del palacio me duró dos días pero mereció la pena.
Saludos a todos
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