Con tan sólo media docena de películas José Luís Manzano llegó a ser (a las órdenes de Eloy de la Iglesia) el máximo exponente del cine quinqui de los 80 en España, lo que no es decir cualquier cosa. Su aspecto seminverbe y su carácter extrovertido le llevaron a convertirse en el prototipo de rebelde juvenil a la española con los atributos típicos del buen malo nacional: castizo, chulesco, arrogante, orgulloso, cafre, entrañable y por supuesto drogadicto como mandaban los tiempos. Por desgracia parte de estas virtudes también las desarrolló fuera de la pantalla.
Era nuestro James Dean, pero en buen actor, y aunque ni la fortuna del momento ni los tiempos venideros le fueron propicios, muchos nos sentimos orgullosos del legado que este grandísimo actor dejó tras de sí: Colegas, El pico, El pico 2, La estanquera de Vallecas, Navajeros, Barcelona Sur, son más que películas, crónicas de su tiempo en las que no había tapujos (muchos menos que ahora), en mostrar a un bebé con síndrome de abstinencia, un picazo en toda regla (seguramente hasta real), o las formas fálicas del hombre tan demonizadas en el cine actual. Era cine distinto, con enorme carga social que trataba lo peor de la década y en el que el gran Eloy de la Iglesia sabía como incomodar al espectador mostrando y narrando explícitamente temas como el terrorismo, la droga, la prostitución, la homosexualidad sin filtros ni eufemismos, sólo con imágenes y diálogos crudos y directos como recién sacados de la calle.
En todo este vergel el gran José Luís Manzano encajaba bien, demasiado diría yo, y entre más de los suyos como Antonio Flores, Enrique San Francisco… nos ha dejados escenas inolvidables en obras maestras. Lástima o suerte que un picazo mal metido se lo llevara a la tierna edad de 28 años, y digo suerte porque en verdad mejor echando ortigas que decrépito por la heroína. Muerto el hombre pudo nacer la leyenda.
En todo este vergel el gran José Luís Manzano encajaba bien, demasiado diría yo, y entre más de los suyos como Antonio Flores, Enrique San Francisco… nos ha dejados escenas inolvidables en obras maestras. Lástima o suerte que un picazo mal metido se lo llevara a la tierna edad de 28 años, y digo suerte porque en verdad mejor echando ortigas que decrépito por la heroína. Muerto el hombre pudo nacer la leyenda.
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